domingo, 21 de marzo de 2010

Apaga la luz

Sabbath tenía la orden irrevocable de custodiarla todas las noches al pie de su ventana, de fungir de centinela feroz en caso de cualquier amenaza; a su lado Moka descansaba despreocupada, a sabiendas que los alrededores estaban bien vigilados, sin embargo a la nena algo le preocupaba y le ahuyentaban las ganas de dormir, quizá la película que vieron horas antes todos acurrucados en el sofá, o el consumo repentino de los chocolates que acostumbraba esconder en su mesita de noche, justo al lado de su libreta y una pluma de ganso que le había regalado “El” para cuando le vinieran las ganas de escribir –quizá unos años mas tarde- lo hiciera a la vieja usanza, de puño y letra, sin correctores de gramática automáticos y sin “Supr” para prescindir de alguna frase que no encajara del todo bien

A su parecer ocupaba alguna anécdota fantasiosa como las que acostumbraban contarle “El” o “Ella” antes de dormir, así que sin miramientos hizo a un lado sus cobijas, se puso sus pantuflas en forma de patas de león y enfiló hacia la habitación de “Ellos”; decidida y sin complejos hizo a un lado la puerta que separaba el mundo de los niños y los viejos, se paró frente a su cama y se puso a discernir a cual de los dos le tocaría ésta noche hacerla dormir, por un lado “Ella” que dividía su jornada entre lecturas e imágenes, entre “cosas de casa” y “cosas de ella”; por otro lado –aunque para nada distanciado- estaba “El”, que varias veces lo había pillado coleccionando amaneceres como en sus años mozos solía hacer, no hubo mayor discusión para ella, es “El” al que le toca separarse de su “Ella” para acompañarla a soñar

Sigilosa pero determinada fue trazando en la alfombra sus pisadas afelpadas de león hasta estar junto a “El”, no ocupó mayor escándalo para hacerlo descender de la cama, con su mano intentó tomar su muñeca, apenas si la podía rodear, de un pequeño tirón y con la fuerza que puede aplicar una pequeña de apenas cuatro otoños ya tenía levantado y sin respingar al cuentista de sus amores, a ese que le platicaba con sumo detalle lo que en el relato pasaba, quizá por ello fue “El” quien terminó de pie, tantas palabras hacían que la nena cayera rendida apenas cuando la historia se tornaba interesante, bueno…por lo menos para “El”

Tratando de enfocar la mirada mientras era jalado en calidad de recién resucitado por quien era la segunda al trono, “El” trataba de no tropezar con cuanto juguete se encontraba a su paso, lo sentó al pié de su cama mientras ella se volvía a cobijar; un bostezo se escapó de las fauces de “El” descubriendo un par de colmillos que a la nena le parecieron familiares, en ese instante pensó –No sabía que Sabbath fuera mi hermano mayor- sin tomarle mucha importancia y esperando que su duda fuera aclarada a la mañana siguiente durante el desayuno se dispuso a escuchar lo que a “El” se le ocurriera inventar para ayudarla a descansar; con los oídos prestos y los ojos bien despiertos lo miró como si se tratara de alguna biblioteca mágica con selector digital de tema y autor, “El” le devolvió la mirada y le dijo con voz adormilada pero llena de ilusión –“Esta vez te contaré la historia de cómo “El” conoció a “Ella”-, la nena esperaba alguna historia fantástica o que se llevara a cabo en alguna locación menos mundana, no esperaba escuchar ciencia ficción a esas horas de la madrugada, sin embargo decidió darle una oportunidad, de cualquier manera sabía que estaría dormida mucho antes de que “El” pudiera contarle el final



Sin más preámbulos y esperando que la nena descansara en poco tiempo, comenzó….

-Todo comenzó una tarde de cierto día en particular, el día era peculiarmente caluroso y lleno de ansiedad y expectación, “El” por su parte iba repartiendo sus nervios con cada transeúnte que se topaba, esperaba la hora acordada para la reunión, sin alejarse mucho del lugar paseaba de un lado al otro como un felino en prisión, esperaba paciente –según lo que el recuerda- a que “Ella” bajara para encontrarse con “El”, nervioso miraba a todas partes, tratando de distraer a los nervios enfocando su atención en otras gentes, cuando al voltear hacia la fachada del lugar donde “Ella” se encontraba, vio bajar a una diosa mediterránea de estilizada silueta y altanero caminar, por un instante el pensó que había sido victima de una broma de mal gusto pero de excelente panorama, de una confusión o quizá en todo caso de una ilusión, de esas que uno experimenta cuando se expone en demasía a los rayos del sol; sin embargo “Ella” se dirigió hacia “El”, justo cuando pensó que pasaría de largo se paró frente a “El”, y una voz encantadora le hizo saber su nombre, “El” atinó por impulso a responder de la misma manera, las palabras en ése instante se habían fugado a la luna con su cabeza

Los meses pasaron y siguieron frecuentándose, “El” había hecho suya la misión de cuidarla aunque a “Ella” le disgustara la idea, sin embargo era algo que a “El” no le importaba, iba a procurar su bienestar aunque “Ella” no lo quisiera, sabía que si desistía de su cometido quizá alguien más ocuparía el lugar, sin embargo y a pesar de su intentos así sucedió, eso pudo haber desanimado a cualquiera que antes lo hubiera intentado, pero “El” estaba decidido a no dejar luchar por lo que a su parecer era lo indicado, la persona que podría hacerle pintar de colores el océano, quien podría sustituir una realidad limitada por una fantasía sin fronteras….

-Y que pasó después?,…. preguntó la nena

-Esa es una historia que apenas estoy escribiendo, quizá me ayudes a terminarla algún día, por lo pronto descansa, en unas horas estaremos pintando estrellas por todo el lugar, duerme tranquila que yo me encargo de todo lo demás

-“Hasta mañana, ya no la ocupo encendida, apágala al salir”, dijo la nena antes de que saliera de su habitación para dejarla descansar

Yo haré lo mismo, iré a ver si entre sueños “Ella” me revela el final de la historia que aún no le he terminado de contar

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Mientras Dormias