jueves, 1 de abril de 2010

Let’s Fucking Rock!!

-Nueve y treinta de la mañana del domingo, y aún con la resaca del sueño interrumpido por la noche anterior, me dispongo a tomar un buen baño que me haga recobrar fuerzas, hay un compromiso ineludible, siete tipos –incluido yo-, tenemos una cita con la historia, el Foro Sol nos espera, así como a sesenta y tantos mil militantes más, han pasado diez años desde el último llamado, me dispongo a hacer el inventario antes de partir; playera negra sin mangas –hay que lucir la tinta, aunque el brazo aún no esté en condiciones-, pantalón del mismo color, los “Charly Brown Skulls”, (a ningún otro calzado le confiaría tan exhaustiva travesía), cadena?..no, probablemente me la retiren al entrar, pulsera de piel, placa de identificación, lentes de sol, boleto –imprescindible- listo, Let’s Fucking Rock!!

El transporte ya nos espera, una “máquina del misterio” color blanca de última generación, por un instante te sientes parte del staff; aire acondicionado, vidrios polarizados y cómodos asientos con espacio de sobra para no ir con las rodillas en la nuca, todo marcha perfecto, a tiempo y sin prisas partimos; Osorio y el Chano nos esperan en los límites de salamanca, pase de lista, -estamos todos?, simón, se escucha al fondo, nos movemos y no nos detendremos hasta que los envases ocupen llenarse otra vez; a ponerse a tono, suicidas corcholatas se estrellan contra el piso de la Van, el chofer nos mira de reojo con cierto recelo, quizá sea por que el tiene que manejar mientras nosotros nos dedicamos a ponernos al tanto con la anécdotas de la noche anterior; no pasa ni media hora, cuando nos descubrimos escuchando “La Comadre” en el radio del chofer, nos miramos mutuamente, -No mames!!, dice Cesar, pásame el Ipod, no puede ser!!, por suerte trae el cable para conectarlo al estéreo, tardó más en encenderlo que en ponerle play, “Hit the lights” -yeah, súbele men!!, dice el Chano, que por cierto después nos enteramos, que su mamá lo ha acompañado a más de 6 conciertos, entre ellos, Pink Floyd y Scorpions, toda una conocedora la señora, incluso entre ensayos es quien le dice si está desafinado o fuera de compás



Cinco horas después, nos enfrentamos con el monstruo llamado por algunos “El Defectuoso”, vías sobre vías, personajes sacados de alguna historieta de la Familia Burrón, un taxista con la máscara del Místico, traga fuegos en las esquinas, “Welcome to the jungle” pensé; semáforos que duran más que la vida de una mosca y aún falta para llegar al Foro Sol; abrasadores 30° a la sombra, deliciosos 19° dentro de la Van, hemos llegado, se ven las gradas a distancia, noté que allá sufren del mismo mal que padezco al tratar de ubicar a algún transeúnte, mientras mi mano señala a la derecha, mi boca insiste en decir la dirección opuesta, ni modo, a la brava, por la entrada principal, la camioneta con vidrios polarizados nos ayuda a pasar sin que nadie pregunte; por suerte encontramos lugar “cerca”, a 500 metros del acceso principal; cada quien trae boletos para distintos lugares, nos vemos por última vez, “suerte” y “cuidado con los madrazos” es lo último que nos decimos, Cesar y sus hermanos van a General B, con la “Banda”, ahí donde vuelan zapatos, golpes y solo alcanza a ver quien mide más de dos metros, Osorio y el Chano a Naranja A, lateral al escenario, y yo…Naranja C, Fila 12, Asiento 15, “El Palomar” como fue bautizado mi lugar desde que lo compré, la historia de cómo me hice de esa entrada es tan peculiar, que merece su propia anécdota aparte; así que heme ahí, en solitario, caminando entre miles de playeras como la mía, con tipos de cabelleras largas, cortas y otros de plano al ras, tatuajes por doquier y un aroma a hierva mala inundando el lugar, acceso 5, esa es mi entrada, me catean por formalidad, -no te preocupes brother, el cuerno de chivo lo dejé en el otro pantalón, le digo al tipo de seguridad, sonríe a duras penas, lo entiendo, fácilmente lleva unas 5 horas bajo el rayo del sol



Mis pasos ansiosos deciden subir de par en par los escalones, llego al descanso y me recibe una “acomodadora”, quien me toma de la mano para llevarme a mi lugar, mientras mis ojos están clavados en las gradas y en la explanada principal, el fin sentado me tomo el tiempo para inspeccionar el lugar, impone, no mentiré, demasiada gente, por lo menos más de la que acostumbro, el nerviosismo se hace presente, por lo pronto en el escenario se escucha a Resorte, un grupo de Rock Alternativo entre Metal y Hip Hop, no es para nada mi opción como telonero para el calibre de grupo que está por tocar, la “banda” les da de ventaja cuarenta y cinco minutos, si no se bajan se encargarán de ello, por si acaso al terminar preguntan -“una más?”, y los gritos de “webos” y “fuera” no se hacen esperar, deben entender, si quieren entretener a la “banda”, hubieran pensado en un “MachineHead” o “Mastodon” y se los hubiéramos agradecido; recogen sus cosas y confundidos abandonan el lugar, se prepara el segundo telonero, Avenged Sevenfold, en lo particular lo único bueno que tienen es su excelente bataco, fuera de eso no hay más, la “banda”se ensañan con el grupo, se escuchan los coros de “culeros” mientras intentan tocar, cuarenta minutos aguantaron, la lluvia de vasos con agüita amarilla y cajas de pizza los hicieron bajar



Una hora más de sonido local y del bullicio de quienes ahí estamos, cuarto para las nueve y empieza la prueba de luces y con ello los gritos, falta poco, tan poco que ya huele a metal, quince minutos más tarde, fuera luces, y con ello el aliento, todos los ojos al escenario, se escucha la épica sinfonía de “The ecstasy of gold” de Ennio Morricone como fondo, la danza de sutiles reflectores apunta hacia las gradas, gritos, de todos, míos ni se diga, está pasando, están ahí, la mítica y legendaria banda que reivindicó al género y lo hizo lo que hoy en día es, estalla el foro con Creeping Dead y los veloces y certeros punteos sobre las cuerdas de Kirk Hammet y James Hetfield en las guitarras, de fondo Lars Ulrich le pega con rencor a la batería, mientras Robert Trujillo lo acompaña con el bajo, las esquirlas de adrenalina salen disparadas de los amplificadores y se incrustan directo en la piel hasta llegar al hueso; si dios fuera metalero, aún tendríamos a Cliff Burton (t) en el bajo, quizás porque es un poco más cumbianchero es que aún existe el reggaeton; sin embargo Trujillo hace tan buena labor que por momentos logra incluso que olvidemos a Jason Newsted cuando estaba en la banda antes de su tan dolorosa separación, lo mismo va para Kirk, quien reemplazó a Dave Mustaine por problemas con el alcohol, afortunadamente para el, se vengó tiempo después al crear la Némesis perfecta de su anterior agrupación, dándole vida a Megadeth; termina Creeping y James saluda como si todos fuéramos de la familia, -“Esta noche haremos historia” dice con su voz tan áspera y peculiar mientras nos da la bienvenida y nos desea lo mejor, de nosotros va lo mismo para el, larga vida a “Papa Het” y compañía, no por nada logró reunir al ejército de nuevo, no importando que tan lejos tendrían que viajar, prueba de ello las banderas extranjera que ondearon por todo el lugar; al grito de “Give me fuel, give me fire!!” hace estallar de nuevo nuestras gargantas, mover las cabezas y alzar los puños de cada uno de los que estamos ahí; todos, excepto Robert, rondan los 50 años, y aún tocan como si tuvieran menos de la mitad, se escucha el poderoso bajeo y los riffs mientras vuelan flamas por los lados del escenario y una pantalla de más de sesenta metros de largo nos permite no perder detalle de lo que está pasando



Un descanso, menos de un minuto y están de vuelta, Lars va deprisa detrás del escenario, supongo por algo para refrescarse, dirían por ahí “El chango ya no está para maromas”, pero ahí están, enteros, como si hubiera sido ayer, con su “Kill’em All “ bajo el brazo y casi con mi misma edad; suena “Wherever I may roam”, de mis consentidas por su “(…) Under wandering stars I've grown, By myself but not alone”, grito, pero sobre todo canto con toda la potencia de mi voz, todas, cada una de ellas tienen su porqué en mi vida y en cada etapa de la misma; mi cuello me pide un descanso, enmudezco su petición gritando junto con miles de almas “Master!! Master!!” al mismo tiempo, no hay tiempo para cansancios ni quejas, va medio Set y falta demasiado, la euforia se apodera de todos, estamos con ellos en el mismo lugar, nosotros que hasta ese momento, solo los habíamos visto en revistas, videos, apilados cronológicamente en cajas de plástico al lado del estéreo en la habitación, pero nunca tan cerca como hoy, aunque hablo de la media guardia, jóvenes de nuestra edad, pues los hay de la primera, como Don Elías, quien tiene más de veinte conciertos con ellos guardados bajo llave en su memoria, que envidia y que placer ser como el y poner Replay cada que necesite una descarga de decibeles, hoy les toca a sus nietos empezar su colección de memorias, de lo que se entera uno al estar sentado a unas cuantas butacas de el



De la Explorer ESP de James se escapan las notas para un clásico, “Nothing else matters” se escucha en las bocinas, tan grandes como un auto, en ése preciso momento te traigo de donde quiera que estés, en la playa, en la ciudad, acostada en tu cama o dormida en el sofá, te rodeo con mis brazos mientras te canto al oído “So close, no matter how far, Couldn't be much more from the heart, Forever trusting who we are, and nothing else matters”, la piel se me eriza al escuchar esa canción, por mucho la que puede darte una idea de quién soy, de quiénes somos, pienso en ti y trato de marcarte, la escasa señal del lugar no ayuda en mucho, solo espero que donde quiera que te encuentres me lleves siempre guardado en tu bolsillo, termina la canción mientras miro al cielo y en mis labios se dibuja tu nombre, hay luna llena al lado del escenario, qué más puedo pedir?..Únicamente a ti a mi lado; cuatro canciones le siguieron a esa, terminaron con Seek and Destroy y todo el foro gritando, esperando verlos de nuevo, mientras se arropan con una bandera de México que les lanzaron desde abajo, en cada color se leen pintadas a mano las fechas, 1993-1999-2009, “Prometemos volver” grita James antes de dejar del escenario, sin duda los estaremos esperando, aunque les tome otros diez años volver; así termina una noche tan llena de todo, de música con poder, de fanáticos con la estilizada M tatuada en los brazos, con gargantas inflamadas de tanto gritar, con los puños cansados de intentar arrebatar las estrellas del cielo, con la emoción y el honor de saber, que quizá sea la última vez que pisen suelo azteca, James tenía razón, hicimos historia, en cada canción y en cada alarido de euforia; la noche se tiñe de gloria mientras nos alejamos, el “Metal Militia” regresa a su hogar, con la misión cumplida y un intenso sabor a metal en la boca

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Mientras Dormias