jueves, 1 de abril de 2010

Un garabato

Un Garabato



Nada de ti por aquí, ni el recuerdo,
nada de mí por tu vida, sólo el sueño,
se me acaban las pestañas buscando tu nombre,
se me duermen los dedos escribiendo por ti.



Un garabato enfermo a media cena,
un escondite para nuestra cita,
el esperado agosto, el incendio
que despertaste en mí cuando llegaste.



El mar que desemboca en tus ojos,
el miedo que me da reconocerte,
la pálida promesa de tus besos,
el arte que despierta entre tus manos.



El tímido secreto que te guardo,
el rígido contorno de tu rostro,
la fuerza despiadada del momento,
la constante tortura sin tus brazos.



Un mundo imaginario sin memoria,
papeles que prometen en pasado,
secuencias resignadas a lo eterno,
el caso del naufragio en tu ventana.



Canciones que llegaron y se fueron,
amor pendiente y usurero,
mensajes que se mueren en el fuego,
asuntos que se arreglan en silencio.



Mentiras que jamás nadie me dijo,
sonrisas agraviadas con esmero,
preocupaciones antes del peligro,
retazos de mi alma de cordero.



La poca fe que tengo en nuestro encuentro,
el pánico arrastrando mis maletas,
la impaciencia acechando como un lobo
mí único posible argumento.



Las ganas de decirte que te quiero,
el deseo de que tú me lo digas,
el porvenir callado y reservado,
las muchas buenas noches a tu lado.



El crimen que cometo por quererte,
lo infame de ser frágil ante el mundo,
el “nunca más” posado en mis entrañas,
el no saber decir cuánto lo siento.



La angustia de saber que puedes irte,
la desconfianza en mis propios decretos,
el ramo de fracasos del pasado
mis besos saben a “te necesito”



La historia que jamás hemos vivido,
el entierro de este melodrama,
la entrega posfechada de mi alma,
la calma despidiéndose del tiempo.



Razones que no solucionan nada,
fragmentos de sueños que no recuerdo,
verdades que levantan a los muertos,
acciones que revelan lo que siento.



Colmillos asustados de mi crisis,
piratas despegándose del suelo,
gritos desesperados en la luna,
pensamientos comiéndose a mordidas.



El desmoronamiento de una vida,
las sombras arrastrándose a mi paso,
la sangre congelada de mi herida,
los años escondidos en la frente.



Este poema que se nos marchita…
el hombre que nació hace tanto tiempo,
lo que no te digo, la fatiga,
el día que asesinaron a mi ego.



Las gracias que te debo por el sueño,
la prórroga enseñándome a esperarte,
el hueco en el estómago,
el mapa del tesoro que dibujas.



Todo lo que no soy capaz de darte
y lo que sin querer te he regalado…

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